Esta aventura empieza cuando tres muchachas de la Tuna Novata Femenina de Medicina de Barcelona deciden embarcar en un bus un miércoles al atardecer en dirección a Valencia. Las protagonistas de esta historia son Timbales (la de los contactos), Cacufo (la que consiguió que alguien dijera por fin su mote bien a la primera) y Leslie (la que supuestamente tenía examen) que se iban a encontrar con Proyecto (la del piso). Sin temer al peligro que conllevaba un viaje novatil cogieron ese bus sin saber que les depararía esta ciudad.
Cuando llegaron a las calles de Valencia encontraron la que sería la mascota y les acompañaría durante todo el viaje, nuestra compañera Leslie le cogió tanto cariño que lo llamó Laurelio y lo cuidó como su si de su hijo se tratase (era una majestuosa corona de Laureles). El recibimiento de esta tuna novata fue más que genial, copas por todos lados, gente apoyando incondicionalmente la fundación de una nueva tuna femenina y nada más y nada menos que una botella de vino en el bar más turístico y rumbero de toda Valencia.
En el viaje conocieron a varias tunas, una de ellas, la Tuna Femenina de Medicina de Valencia las apadrinó como a unas novatas más, dándoles sabios consejos, lecciones y tragos. Otra tuna que conocieron fue la Tuna de Peritos de Valencia que a su encuentro les invitó a ir con ellos nada más y nada menos que a la ofrenda televisada de las Fallas del 2022 y no dudaron en embarcarse a ello.
Cuando llegó el viernes, Leslie no había dormido apenas nada porque por las mañanas teletrabajaba, a Timables apenas le quedaba voz y Cacufo habría empezado a coger algo que parecía peor que el covid. A pesar de ello la fiesta no paró ya que las batas Harry Potas y Rob Esponja llegaban esa misma noche así que seguimos cuanto pudimos la fiesta que parecía no terminar nunca.
El sábado, día de la cremà, las novatas se dedicaron a conseguir pañuelos de fallas y cantarle a toda la plaza de la Virgen montando tal concierto que un entrañable señor se dispuso a crear una coreografia, haciendo a la gente bailar y pasándonos él mismo el parche. Era el último día de fallas y parecía ser el último día en que la gente podía gastarse el dinero, ya que esa misma tarde conseguimos tantas copas que por fin llegó el ansiado momento donde Harry Potas dió honor a su nombre. La noche acabó en un pintoresco karaoke viendo a personas de la tercera edad cantando como si les fuera la vida en ello a Rafael. Finalmente, por increíble que parezca, no dejamos a nadie por el camino más que a nuestro querido Laurelio que siempre quedará en nuestros corazones.
