Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Bueno, ni malas para nosotros: lo que seguro fueron es iguales y aunque no hemos notado mucho la diferencia entre este año y la primera vez que venimos, lo hemos disfrutado igual. En esta ocasión, menos de la mitad de los integrantes que el año pasado. A alguno incluso queriendo venir, le pilló el tren antes de poder volar: un recuerdo para los caídos en batalla. Nosotros hemos vuelto como siempre, pero con menos años de vida, así que, a nivel de salud, seguro que es mejor quedarse en casa que viajar de Tuna. 
Comenzamos en la que vendría a ser la isla donde se hubiese filmado fácilmente alguna escena de Parque Jurásico. Visitamos un drago que dicen que tiene 1000 y 2000 años, como alguno de por aquí en nuestra Tuna. Por lo que viene a ser las anécdotas, nada en especial salvo querer recordar (que para eso sirve escribir las crónicas, aunque el cien por cien de las cosas que queremos recordar de un viaje son potencialmente censurables) que es una isla preciosa con gente encantadora y que dejamos a alguien visitamos la trastienda de una tienda de teléfonos por ahí (eso).
Llegados a Gran Canaria, la cosa se fue poniendo al rojo vivo con la aparición de la Jefatura de la Tuna de la ULPGC, a quién invitaremos a nuestra próxima Cena de Navidad si algún año la llegamos a hacer de aquí en adelante. Somos de llegar en general tarde a los sitios, muestra que incluso a una meca como podría ser la fábrica de Ron Arehucas, llegamos tarde. Pero con esta buena gente no nos faltó de nada hasta que celebramos el fin de Año con medio paseo de Las Canteras. Mención también al grupo de la escuela de surf que como nosotros andaban buscando farra el día 1 por Plaza Farray. Entre petados que quieren comenzar con su segunda resaca en dos días pasamos la noche hasta la mañana siguiente, destino Sevilla.
Nada que comentar en Sevilla salvo que sigue siendo un sitio donde hay sevillanos y sevillanas, y donde se encuentra actualmente nuestro compañero Dodotis. Por querer pasar a ver su casa acabamos desertados en un hostal. Volviendo de la última noche que sobró por completo alargar, cerca de Pumarejo llegamos para hacernos la mochila y la momia de instrumentos de vuelta a casa. Y entonces Anacardo fue sorprendido con un cuadro entre las manos (…).
Llegamos con mal humor al principio del día, pero con ganas de volver pronto a los guayinye a come coyiniyo. ¡Aúpa Canarias!
