Acto 1. Lisboa, Portugal.

Se abre el telón y aparece Grima, artífice de los acontecimientos más enrevesados de la crónica que se relata. Si añado algún léxico de sutil uso es influencia de nuestro querido Leopoldo. Reunióse previo inicio del viaje en Lisboa el Subjefe Meo y el acólito Caballero Insolvente previamente mencionado. Decididos a dejar huella en la ciudad antes de comenzar la aventura, no descuidaron todos los detalles que una noche pueda depararles. Se acuñó el “Özil” entre otras anécdotas de poco interés. San Tuno no estaba dispuesto a que Meo aprovechara el tiempo para otros fines que no fueran directamente relacionados con la vida de Tuna, de manera que tuvo a bien hacerle olvidar el portátil justo al salir del avión el primer día de viaje. Suerte que aprieta, pero no asfixia, quedó en un susto. Fin del acto.

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Acto 2. Oh!Porto, Portugal.

Se abre el telón y aparece el M.M.I.I. Jefe Champions salvaguardado por McFly e Insolente. Lo importante es que también aparecieron mulheres portuguesas a quiénes rondamos con todo nuestro (bien)hacer. Recuerdos a Tatiana y a Tania, y a Jessica que tuvo a bien apodar a Grima como “Monto du Merda”. De momento nos gustaba Portugal y el parche duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky “on the rocks”.

Acto 3. Santiago, España.

La catedral, preciosa, en obras la encontramos. El parche, como comienza a ser habitual, se quedó a las puertas del Obradoiro dado que dos turistas canadienses, un grupo de peregrinos y un señor que nos alegró más la tarde acompañaron nuestras gargantas ya desafinadas mientras iban cayendo rondas de cerveza. De noche acabamos en un acogedor rinconcito de música suave y melancólica. Agradecimientos a Anabel y su disco de regalo, todo un detalle.

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Acto 4. Coímbra, Portugal.

Nos alojamos en el Hotel Avenida, un precioso edificio neocentista regentado por un simpático indopakistaní que deambulaba en pijama todo el día y cuyos tabiques, calefactores y mobiliario en general databan de principios del siglo pasado. Por entonces ya era jueves noche y teníamos a bien acoger en el desentonado grupo a Dodotis I de Suecia, Quejamed I Al Pardi y Pelvis Presley. No hay muchos recuerdos de esa noche salvo que alguno seguía con la habitual búsqueda de su media naranja portugesinha. Presentamos nuestro respeto a las autoridades lusas lideradas por Pedro du Nascimento, alias “Maminha”.

Al día siguiente aparecieron los pesos pesados. Liderados por nadie, decidimos… ¿Pegar el parche? Sentarnos en el bar estratégico de olor a “acetona” y a degustar unos excelentérrimos chupitos de Beirao que caían a pares por cabeza. Al cenar vinieron a nosotros gentes de diversa nacionalidad e índole (no sé qué significa, pero queda bien en éste prolegómeno) con quién compartimos una agradable velada. 

Esa noche también convivimos con el resto de tunas, disfrutando de su musicalidad y entusiasmo. Recordad como es el contracanto de “Magdalena” a partir de ahora. Conocimos también a nuestras encantadoras acompañantes Ema y Margarita, a quiénes agradecemos las cintas que nos dedicaron y que con todo nuestro corazón llevaremos allá donde nos lleven las borrascas.

Llega el sábado y por una vez que hay un pasacalles útil (era un pasabares) decidimos ir como siempre, es decir y para mal de quién quiera organizar algo, a nuestra bola. Hasta ahora no he nombrado a Leopoldo porque, aunque teníamos consciencia de que estaba en la ciudad, aún no había hecho acto de presencia en el cónclave. Tras una breve y cómoda espera en los camerinos del Teatro Gil Vicente, decidimos enviar a tomar por viento la espera y a bailar descalzos bajo la capa.

La actuación fue todo un éxito. Especial mención al único micrófono que utilizamos, al baile ruso de Grillo que encendió gritos y desató algún que otro orgasmo entre el público, al xilófono de Formol que suena bien toque lo que toque, a los dedos de Hansel al contrabajo, a Mármol diciendo que hiciéramos el favor de hecharle un par y a la pandereta sin platillos que tenía algún pardillo.

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Después de encontrar el mismísimo templo de Delfos nos preparamos para hacerle una ofrenda San Tuno por todos los éxitos cosechados durante el viaje: "experiencias" inagotables, afonía perpetua y algún que otro mal de ojos sanado. Dado que no disponíamos del utensilio propio de las carnicerías para hacernos una canoa con la piel de Grima y unos cuantos cepillos con el pelo de los pardillos, decidimos deliberar mientras (y que quede constancia que durante todo el viaje fue así) seguíamos degustando un espirituoso Beirão.

De modo que, con el beneplácito del Consejo formado en círculo rotatorio, aceptamos a Pelvis como pardillo raso, a McFly como Caballero Insolvente y a Grima (San Tuno tenga piedad de nosotros) como Caballero Tuno.

Han hecho posible tan memorable expedición: Leopoldo, Mortadelo, Mármol, Congo, Formol, Hansel, Katanas, Insolente, Grillo, Champions, Dodotis, Potas, Meo, Grima, McFly, Socarraet y Pelvis. Muito obrigado e molta felicidade!

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