2013 37Ojo que va novela de Grillomero. Os advierto que está parcialmente escrita en spartuno o lo que es lo mismo, griego hispánico.

Hermanos de la Muy Ilustre y Andariega Tuna de Medicina de Barcelona, hoy os narraré lo que pasó en este viaje, algo que formará parte de nuestra historia y que el tiempo decidirá si convertirla en leyenda y ésta en mito.

Meses antes, en el acantilado del Rakorum de Orilion, se juntaron cinco spartunos de dos de los rangos más altos de nuestra Tuna: Marmoliakis y Mortadelonis encabezando el variopinto ejercito como leyendas vivas...o no-muertas...o más bien medio muertas (¡¡os quiero tíos!!) pero leyendas al fin y al rabo, y junto a ellos Kúkalos, Chipiripoulus y yo mismo, Grilios. En el concilio se decidió partir a la reconquista de Grecia, la tierra donde nacen la mayoría de mitos que se precien, así como el hecho de reclutar a un spartuno que hacía pocos meses había terminado su rito de iniciación para tomar el rol de escu...parchero, Neo fue el elegido (badum ts!). Llegamos a tierras helénicas a las tres de la madrugada cargados con nuestras armas y bultos, sin sitio donde dormir y tan solo con una dirección, el nombre de Zoe y la promesa de cobijo a razón de la filoxénia griega... Llegamos a tocar de las cuatro los seis guerreros al sitio indicado y allí nos esperaba despierta Maria madre de Zoe la sociordotisa. Sin pensárselo dos veces nos abrió las puertas de su casa y nos entregó las llaves del templo para pasearnos por él con libre albedrío. Ahí es nada.

Nos levantamos la mañana siguiente, nos armamos hasta los dientes y nos sorprendimos al ver que el término filoxénia era algo más que dar un techo dónde dormir a desconocidos, puesto que cada día que pasábamos bajo el amparo de ese matriarcado, se nos obsequiaba con diferentes manjares antes de partir. Ya preparados, los intrépidos y Neo se dirigieron hacia la guerra de las parchópilas en Atenas. Reconocer que fue una escaramuza reñida y encarnizada que duró tres días y terminó en empate (mi orgullo me impide reconocer la derrota...). ¡Tranquilos! como era de suponer, los épicos combates dónde salíamos victoriosos llegaban siempre al dejarse caer el manto de Apolo o el de la Aurora, canción que cantamos hasta decir basta... Solo empezar la cruzada ya vimos que seríamos pasto del canto de las sirenas (pero no de las de cabeza de pez feas no, bueno Chipi sí). También empezamos nuestra masacre de freeshotis, demonios en forma de chupitos que te llegaban sin avisar por toda Grecia. Su líder, Rhaki la imbebible, nos atacó feroz e incesante durante toda nuestra larga estancia en Xania junto a Oozu, demonio que a pesar de su dulce apariencia te jodía los sesos por igual, aunque este no solía devorarte las tripas y todos sus demonios menores junto las hordas de litrakis y mediolitrakis de biras (en spartuno significa cerveciakis).

2013 36Durante la primera noche decidimos dejar la ciudad de Atenas como sus monumentos, en ruinas. Las hordas de freeshotis y la botella de havana clubpoulus en la diskotekiakis de esa noche me nublan los recuerdos, pero vislumbro en mis sueños una reencarnación de la diosa Afrodita a quien obsequié por culpa de su embrujo con mi beca de Insolvente en forma de cinturón que yo mismo le puse en el podio y es que resultó ser una gogona (¡y que decir que con sus bailes y miradas…!). Chipiropoulus como siempre librando sus batallas, en concreto creo que dos, y el por ahora Neo empezaba a hacer de las suyas al enzarzarse con la joven Granilia. Kúkalus se encargó de recoger mis restos tras sumarme un buen tanto en nuestra trifulca con los freeshotis y de Marmoliakis y Mortadelonis nada se supo...Y es que su mayor enemigo en el viaje fue Chronos...

La segunda noche fue el momento del titán Eva. ¡Mortadelonis y yo salimos vivos del encuentro de milagro! Seguidamente fuimos con unas hispanas, Yonkilia y La Rubia, de Bariniakis, manteniendo un rifi rafe con unos Romanos (en realidad italianokis de no sé dónde... ¡¡Pero colar romanos en un relato de griegos mola más!!). Aquí Chipiropoulus, que empezó la noche cómo se le conoce; en otro frente, el por ahora Neo se quedaría con un mal sabor de boca debido a la aparición de un soldado griego armado, armado de verdad, o sea con un puñal de metal y tal... Lo que pasa es que, debido a la maldición de los freeshotis y la elocuencia de la joven, el muchacho no se dio ni cuenta... Marmoliakis y Mortadelonis de mientras hacían de las suyas, cubriéndose las espaldas el uno al otro como seguramente habían hecho durante desde hacía siglos y Kúkalos y yo pues nada... Bueno, yo sí. Fui el culpable de una tragedia griega al perder la púa legendaria que Marmoliakis obtuvo del mismísimo monte Cyrano y de la que ya nunca más se supo... Sólo San Tuno sabe lo que me queda de vida hasta que el peso de la venganza caiga sobre mí... Suerte que le doble en peso.

El siguiente día fue de travesía dirección a Xania, Creta. Parecía poca cosa, pero no fue tarea fácil cruzar el mar Egeo en el estómago de Bóreas dónde tuvimos que dormir sentados a 8ºC en pleno agosto. Gracias a nuestras ropas de spartunos y nuestra sangre de alta graduación conseguimos sobrevivir a duras penas. A la mañana llegamos al puerto bizantino de Xania, un paraíso para nuestros ojos hambrientos de las monedas de nuestros rivales en las parchópilas. Esa misma mañana, tras encontrar cobijo, empezó la leyenda de un hombre. En el que se convertiría en uno de nuestros dos campamentos estratégicos, nos empezaron a atacar los freeshotis acompañados de 2,5 litronakis de bira por cabeza y el hasta por el momento Neo que aún intentaba, por obligación, seguirnos el ritmo, fulminó todo lo que le vino asombrándonos a todos. La sorpresa vino luego. Al despertarnos al atardecer tras sanar de nuestras heridas después de aquella carnicería, vimos asombrados como Neo había desaparecido a sustitución de una extraña criatura a la que adoptamos y bautizamos como ¡¡Meo!!

Al caer la noche volvimos a nuestro primer campamento y allí, que solían cerrar a las dos, estuvimos dando por culo hasta las cinco, todos excepto Chipiropoulus. Los demás soldados nos quedamos hasta que apareció ella. Como un emisario de los dioses descendió de los cielos la hija de Hermes asegurando ser un ángel y me puso mi beca de Insolvente, limpia, en el cuello. Dicen que se la ofreció San Tuno en persona y que el destino quiso que la beca cruzara el mar cuando nosotros sin saberlo (todos menos Chipi, eh ¿capullo?). ¡Se dio un milagro!

En los próximos dos días los derramamientos de monedas en las parchópilas no fueron de nuestro agrado. Parecía que íbamos a perder esta guerra... Nuestros veteranos de guerra no aguantaban el peso de la armadura de grillo y los instrumentos de guerra durante todo el día y se reservaban para la noche y los jóvenes perdieron a Chipiropoulus un día antes de lo previsto (…).

2013 38El jueves nos despertamos con ganas y decidimos ganar todo el terreno perdido en las parchópilas, pero el enemigo empezaba a conocer nuestros trucos. Aquel día la guerra en la que participamos los cinco restantes duró de sol a sol cobrándose la vida de Mortadelonis. Su anciano cuerpo no pudo aguantar la fatiga de las infinitas estocadas con las que logró vaciar algunos bolsillos y se quedó con la espalda arqueada por lo que quedaba de viaje, dejándonos desamparados a Kúkalos, Meos y a mí al recibir también la atención del enfermero Marmoliakis. Nosotros que teníamos que ir a Racimos, decidimos hacer una piña y morir como hombres unidos, compartiendo habitación en Grecia, desnudos y sudados (Virgen, Keké... Control que nos conocemos).

El viernes Kúkalos, Meos y yo que dejamos haciendo reposo a nuestros ancestros, nos pusimos a andar hasta la saciedad bordeando la playa y allí San Tuno nos hizo una señal de luces al horizonte. Seguimos andando siguiendo aquel lucero y llegamos a un pedazo de festival en la playa que flipas. Bajo Dionisos con vino, biras, cubateniokis, mujeres en tangakion y musikoteko. Era una delicia ver a Kúkalos haciendo llaves ninja y a Meos saltando como un poseído durante horas.

 

Lo que quedó de días fue relax o “relax”, ya que por ejemplo en uno de ellos a las dos del mediodía ya íbamos como las cabras por culpa de los freeshotis del campamento dos, que era dónde fuimos a desayunar cada día, momento en que Mortadelonis aprovechó para llamar a todos los pellejos para cerrar el Certamen Nacional... Por último, la vuelta a Atenas, de nuevo a bordo del dios Bóreas, más hambrientos pero curtidos y el ultimo manjar antes de coger el avionakis en el templo de Maria.

Aquí acaba la historia de los seis valientes spartunos y su odisea por el mar Egeo y las tierras Helénicas.

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